¿Si no miramos la naturaleza no nos asombramos? ¿Si no escuchamos los bosques y sus entrañas no nos fascina su apreciable música? ¿Los diseños perfectos no requieren de un creador como de la misma manera que detrás de una escultura apreciamos a un artista? No tenemos necesidad de ver a Dios, si tenemos la oportunidad de conocerlo a través de su creación. Porque si no somos matemáticos ni científicos. Ni filósofos ni astrónomos. O grandes intelectuales o físicos, nos queda la observación y la intuición. Es decir, el querer entender y el intentar abrir los ojos. Y como dijo Jesús hace 2.000 años, "el que tenga oídos que oiga".
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