Al César lo que es del César y a Dios lo de Dios.

La Iglesia no puede ni debe vincularse a un partido político. Ni a la derecha ni a la izquierda. Porque como dice la política de la Iglesia no es otra que la del Evangelio. No obstante, sí que es conveniente luchar por una sociedad más justa. Y no significa vincular a la Iglesia con intereses partidistas, sino que penetrar en los estamentos sociales y políticos, para defender los valores cristianos.

Es de nuestro deber votar. Pero con consecuencia y de acorde a los principios del catolicismo y siempre a título personal. Luchar por un interés político en nombre de la religión es un error histórico con demasiada factura social. Y es necesario ser precavido en establecer falsas relaciones que pueden conducir a la fractura social o incluso al odio. No obstante, los católicos debemos introducirnos en los ámbitos sociales, para que desde ellos nos sea posible defender el evangelio. Hay personas que lo hacen desde la política. Otros desde el colectivo de los médicos. Y otros desde la docencia. Porque como dijo un buen teólogo, en una mano debemos sostener el diario para conocer el mundo y sus leyes, y en la otra, la Biblia para aplicar y defender su mensaje a nuestro entorno.

Tener un sentimiento de pertenencia por una tierra no es sólo natural sino que positivo. Pero si este vínculo afectivo que todos tenemos es afín al conocimiento y por tanto a la esfera racional, también lo es a aquello más intrínseco e interior y por tanto al ámbito subjetivo. Así pues, el católico lucha para defender el mensaje evangélico y sus valores y no una cultura nacional. Hay intereses colectivos, y otros individuales. Y unos no se pueden mezclar con los otros, o utilizarlos vagamente. "Dad al César lo que es del César y a Dios que lo que es Dios". 

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